Por fin tuve oportunidad de sentarme a escribir después de no hacerlo durante un par de semanas. Antes de ir a Rusia pase unos días muy agradables en Londres Inglaterra y confirme lo que mucha gente me comento durante mi estancia en París, y no me engañaron: “Londres es una ciudad cara”.
La forma más rápida que tome para llegar al centro, del aeropuerto de Stansted fue en tren que tarda unos 45 minutos. El autobús tarda una hora y cuarto aproximadamente, pero puede llegar a costar la mitad que el tren. Me hospede en Notting Hill que aunque está un poco más alejado de los lugares que quería visitar me hizo usar el metro, es una zona muy tranquila, bien comunicada y un poco más económica. Me recomendaron las personas del lugar que si veía algo que me gustara lo reservara, ya que la demanda de alojamientos en Londres es tremenda, casi ¡20 millones de visitantes al año!
La buena noticia es que los museos públicos de Londres entre ellos están los museos más conocidos, como el British Museum, el Natural History Museum, la National Gallery, el Victoria & Albert Museum o la Tate Modern son todos gratuitos. La mala es que todo lo demás desde iglesias hasta monumentos, pasan por museos privados o teatros y tienes que pagar para entrar.
Una vez instalado me di a la tarea de visitar el Palacio de Westminster y el Big Ben, su famosa Torre del Reloj, que se ha convertido con el paso del tiempo en el icono de Londres. Se encuentra a la orilla del Támesis, un lugar que me encanto recorrer pues la vista es muy agradable, me hizo recordar algunas películas que he visto a lo largo de este viaje donde mientras los actores ejecutan sus papeles, de tras, el fondo de tan hermoso Palacio. El reloj, como no podía ser menos, es uno de los más puntuales del mundo.
Ya que me encontraba en el río Támesis me dirigí al puente Tower Bridge, este puente levadizo de piedra se construyó en 1894 y su nombre es debido a la proximidad con la Torre de Londres, que está justo al lado. Pude conocer su historia y visitar el interior de la torre para ver el funcionamiento de la máquina que eleva el puente.
Otro lugar que tuve oportunidad de visitar fue La Noria, de 135 metros que de lejos parece que no gira, cuenta con 32 grandes cabinas de cristal y da la vuelta en unos 30 minutos. Tarde mucho en subir de lo que duro el recorrido, pero valió mucho la pena aunque debo de confesar que me dio mucho vértigo las alturas.
Después de una buena ducha y un rico desayuno mi siguiente destino fue el Museo Británico, la verdad fue uno de los mejores tour que pude hacer en Londres. El edificio clásico tiene un luminoso interior que alberga algunas de las obras más famosas del mundo que me han dejado sin palabras, la sala de Egipto con la Piedra Rosetta, la de Grecia con partes del Partenón o la de Roma son una verdadera maravilla. La verdad les recomiendo una visita guiada en español para no perderte nada y además ahorrar las largas colas.
Recorrer las calles de Londres me relaja muchísimo, aquí la gente es muy respetuosa que me dan ganas de quedarme más tiempo. Después de un largo trayecto llegue al palacio de Buckingham donde es la residencia oficial de la reina Isabel II y también el lugar que albergado muchos momentos históricos en Londres. Ver el palacio fue muy hermoso pero lo que más me emociono fue ver el cambio de Guardia más famoso del mundo, aunque me fue muy complicado ya que hay muchos turistas y todos esperan ese gran momento.
Es momento de guardar mis cosas en la maleta y darme prisa para mi siguiente destino, estoy muy emocionado ya que he esperado mucho este momento de viajar al país donde se llevara a cabo el mundial.